Su nombre era Cobarde y su apellido Negación. Amante de poetas suicidas y las cosas tristes.
Odió la vida desde el momento mismo de su nacimiento, pero temió a la muerte hasta el último sus tristes días.
Cobarde, como su nombre lo indicaba, nunca logro acabar con el sufrimiento que guardaba en su alma.
Negó su enfermedad mas de 30 veces por día durante 95 años. Murió solo en una miserable habitación, orgulloso del odio que producía en la gente y la soberbia mueca que se formaba en su cara para hablar de la vida.
En los momentos finales, diose cuenta de los errores cometidos, lloro con vergüenza de la soledad que lo abrazaba y el frío glaciar que le recorría el cuerpo anunciándole el tan temido final.
No tuvo fuerzas ni valor, para ganarle a la muerte y morir primero.Se que murió con terror en la mirada, y con anhelo en el corazón.
Anhelo de los labios amados, las risas perdidas y el saber olvidado.
Cuando una ventosa mañana de mayo, el capellán del pueblo fue a visitarlo para darle las vacunas del invierno, encontró al viejo acurrucado en un rincón al lado del bacín de noche. Azul, y semi descompuesto, pero con la misma mirada de terror grabada en sus ojos.
En el pueblo nadie lloro su partida, nadie pidió despedirlo, nadie recordó siquiera el nombre del muerto solitario, sin embargo, aun hoy, mas de 20años después se cuenta la historia de Don Cobarde Negación, un individuo soberbio, egoísta y depresivo, que murió sin mas compañía que su odiosa soledad.
