
Desde que abrís los ojos, o aun cerrados, y escuchas al locutor que te dice el saldo de muertos por una bomba, choque, pelea, confusión o negligencia.
Hasta que miras la hora en el celular y te extraña que hace mas de dos días que no suena.
Dolor que se genera en el alma, y repercute en el cuerpo.
Dolor de tanta impotencia. Dolor de tanto orgullo.
Inseguridad, que te causa mas dolor.
¿Tristeza? No.
¿Soledad? Tampoco.
¿Insatisfacción? Lo dudo mucho.
¿Hermetismo? No, estas extirpando esa parte de tu vida.
Pero...¿Qué es lo que te hace no poder decir ciertas cosas?
un austriaco loco, lo llamaría censura, y nos explicaría como a través de ella podemos sentir, o padecer algunas cosas que hacen que obremos mal en relación a la regla.
Te plantean, dos veces en una misma semana, el porque continuar en el agónico camino de la crueldad psicológica.
Vos, osea yo, intentas que en tu alma no ronden sombras de celos e inseguridades, intentás, recordar lo bueno.
Añoras, de sobre manera, cuando la gente podía mirarte a la cara y decirte las cosas mas crueles, de una forma suave y sincera, intentando demostrarte el error.
Añoras también eso que relegaste, el aprender cosas nuevas, el sentirte única y libre de poder decir, opinar o pensar de una manera, sin crispar los nervios del otro.
Intentas encontrar la forma de hacer reaccionar, a ese semi cadaver que puja tu mente al limite del desquicio pleno, y no sabes como hacerlo.
Esperás un latido, que te demuestre que hay sangre, que te puede causar, por serlo, Dolor.