
- Habla pibe. Ya no tenés salida.
Francisco no entendía como de estar en una reunión con amigos, paso a estar en esa habitación con dos personas muy poco amigables y mal olientes.
- No sé de que me están hablando. Hace dos horas que me tienen acá y no me dicen porque. Ni siquiera se si son policías o qué.
Si Francisco sabía de que hablaban, y también sabia que algún día llegaría ese momento, donde todas sus teorías se convertían en realidad. Para él existían dos clases de personas en el mundo. Las que nacen para vivir y morir, sin mas razones y complicaciones, y aquellas que habitan en la tierra para observar todas y cada una de sus maravillas y desgracias.
Él, según su autocriterio, formaba parte del segundo grupo. No sabia cuando, ni como, pero en algún momento comprendió que era un espectador especial de la vida mundana y que ello era su bendición.
No importaba si no tenia trabajo, si estaba peleado con su madre, o si el país enfrentaba alguna crisis... Sentía que cada vivencia, era un tesoro que solo en su alma podía guardar.
- Dale nene, no tenemos toda la noche, vos sos amigo de Luisito y Nicolás, y sabes que ellos no andan en moco de pavo.
- Mire don, todo bien, pero yo solamente los conozco, no se siquiera se sus apellidos ni donde viven. Nos hicimos en la noche.
- Bueno si andas en la noche, Sabes algo... ¿Dónde están? No me digas que no sabés. Decime algo, cualquier cosa.
- No sé que decirle, porque usted tampoco me especifica, vió. Yo no se que se puede hablar y que no.
- Decime un lugar.
- El faro.
- El faro de la costa?
- El barrio, fuimos un par de veces, pero yo jamás baje del auto, y siempre fuimos de noche.
- Ves que si querés podés?
Osea que si Francisco decía pero no reconstruía estaba bien. No le gustaba compartir lo que era de él lo único que lo hacia sentir que tenía algo. Tenía calle, tenía mundo. Y eso, eso lo hacia sentir el hombre mas poderoso del mundo.
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