Una tarde más me nos encontrábamos en la ruta. Fui al baño y me refresque, cuando me mire al espejo,
después no se cuantos
días de partir, mirada que me
devolvía el espejo, ya no era la misma que
partió en busca de algo nuevo. Harta de la
hipocresía de los que me querían, y buscando
algún signo de amor...
Ahí estaba, no sabia donde, en alguna
estación de servicio chiquita y casi muerta. Cuando
volví al auto
Eliza me esperaba para partir nuevamente. Pero lo
único que yo deseaba en ese momento era descansar en una
posición mayor a los 90° que me
permitía ese cacharro rojo.
Informe me
decisión de quedarme
allí. Ya no importaba seguir camino.
Ahí estaba lo suficientemente alejada de todo
Le agradecí. ¿En cuanto tiempo podes hacerte un amigo? Yo lo hice en casi 1529 km, los
días que pasaron no los sé. Es que el tiempo no me importaba y el destino tampoco, a mi amiga nueva no le importaba quien
había sido, como
había sido, o lo que seria. Le
tendió su mano, en el árido desierto de la
patagonia, a una
joven abatida de pelear, a pesar en su corta vida.
Nos sentimos como
ángeles que acuden en ayuda y defensa de un guerrero prusiano de la vida.
Nos comunicamos desde el primer momento y sabíamos que lo
haríamos por el resto de
nuestras vidas.
Al poco tiempo de acomodarme en esta nueva pequeña cuidad, tomé coraje y marque el teléfono de casa.
Las voces de mis padres me
aflojaron mucho, pero en el recodo de mi
audición, no pude escuchar una sola queja.
Así ocurrió, los viernes de cada semana, ir al centro y llamar a mi casa para contarle mis novedades.
Había conseguido un pequeño lugar para
acomodarme y un trabajo ayudando en la panadería de la dueña de la
piesa. No contaba con mucho para poner
allí, ya que, en mi huida desesperada no
había podido llevar mis objetos mas preciados, pero en fin, eso eran: Objetos.
En las tardes de verano, cuando el sol se esconde un poco y la vida resurge, salia a pasear para conocer mi nuevo lugar y las nuevas personas en mi vida.
Fui consiguiendo algunos muebles de la calle, y los recicle. Llegue a tener tantos muebles, tan bellos y hechos con
dedicación, que muchos los regale a mis vecinos, que a su ves le hicieron fama, y que sin darme cuenta se convirtieron en mi nuevo ingreso y trabajo.
No me
sorprendí cuando en una charla
telefónica con mi mama me comento que me
había llamado la doctora. Bueno en realidad si me
sorprendió, pero no me
que me llamara, solo por necesidad. Así es la vida de la gente que le interesa sumar y figurar. En otro tiempo hubiera montado en cólera, pero nada importaba ahora.
Yo estaba cumpliendo mi destino, la gente me trataba con respeto y cariño, todo el odio y la bronca que
engendré de adolescente
pareció disiparse y ser parte de un mal sueño.
Ahora ya los pensamientos, eran de mujer.